A los 40 la vida ya es una sola gran tarea doméstica interminable, un eterno proceso, un ciclo. Trato de agregarle distintivos para saber que sigo viva, pero en el fondo sé que estoy atrapada en el infinito lugar del que jamás saldré y la consciencia inmersiva me carcome. A veces me niego a seguir, hago mi huelga, dejo que los bichos se hagan cargo de la cocina y el hongo se alimente un rato, no importa, volverá a comenzar todo nuevamente y otra vez estaré limpiando, secando, guardando, recogiendo, colgando, descolgando, doblando, usando, ensuciando, soy una hormiga, un oso, una gata un lagarto y un pájaro. Las curvas del tiempo se aprecian bien, los saltos y retrocesos, he sido tantas veces he venido tantas veces ya que me encuentro a mi misma en el parque en la feria en la pega pero hay una a la que nunca vemos. Supongo que no existe, supongo que nunca me rendí.
